El norte de Navarra, y en especial la zona pirenaica, es uno de los grandes paraísos naturales de la península ibérica. Los alrededores de Orreaga-Roncesvalles están sembrados de lugares para perderse y para descubrir las huellas que las gentes que han poblado estas tierras, desde tiempos prehistóricos, han ido dejando para deleite del visitante.
La selva del Irati
Es uno de los bosques de hayedos y abetales más amplios y mejor conservados de toda Europa. Su extensión, de unas 17.000 hectáreas, y la calidad y conservación de su vegetación y fauna hace que nos encontremos ante una de las zonas más recomendables de Navarra. La selva de Irati ofrece numerosos recorridos, pero uno de los más interesantes y pintorescos es el que rodea al pantano de Irabia, un magnífico y cristalino embalse situado en el corazón de la selva.
La riqueza vegetal y animal de la zona es uno de sus alicientes para los turistas. Los amplios bosques de hayedos y abetales unidos a los extensos prados, el clima húmedo y la altitud de la zona configuran un hábitat propicio para la fauna y la flora. El desmán del pirineo, la rana pirenaica, el pito negro y el pico dorsiblanco o la mariposa graellsia isabela son algunas de las especies animales más características.
En el entorno de Roncesvalles existen numerosas rutas de senderismo que ningún aficionado debería perderse. Puedes acceder a este enlace para verlas en detalle: https://senderosderoncesvalles.blogspot.com/
El conjunto monumental de Orreaga-Roncesvalles, situado en el extremo occidental de la cordillera pirenaica, se erige al pie de la vertiente sur del alto de Ibañeta y cerca de la amplia llanura de Auritz-Burguete.
Punto de descanso de los peregrinos del Camino de Santiago tras el abrupto ascenso desde las hondonadas de los valles bajonavarros, la Colegiata de Santa María de Roncesvalles se encuentra enmarcada por una serie de cimas cercanas, entre las que destacan Astobiskar (1.266 metros) y Ortzanzurieta (1.570 metros), caracterizadas por constituir los terrenos geológicamente más antiguos de Navarra, con más de 450 millones de años.
Esta orografía, con una vertiente francesa caracterizada por un acusado desnivel y otra española más progresiva, está dibujada por una profunda falla geológica denominada en este tramo del Pirineo como “cabalgamiento de Roncesvalles” que configura el paso más accesible del Pirineo occidental para entrar en la Península Ibérica.
El lugar elegido para construir el complejo de edificios fue la suave hondonada al abrigo del puerto de Ibañeta, que protege al albergue de peregrinos de los rigores climatológicos propios de esta zona montañosa. La gran altitud en la que fue construido el conjunto, unido a la elevada humedad de la zona, explica el intenso verdor que lo rodea, donde los extensos bosques de hayas, que se convierten en pastizales en las cimas más altas, se combinan con los robledales, más numerosos conforme se desciende hacia Auritz-Burguete.
Durante el periodo invernal, el verde se torna un grueso manto de nieve que obliga a coronar las edificaciones con tejados muy inclinados, tal como puede apreciarse en la cercana localidad de Burguete, también conocida con el nombre de Auritz. Su nombre proviene de sus orígenes como burgo franco, esto es, un núcleo urbano promovido por la corona para favorecer su desarrollo, y cuenta en la actualidad con una completa oferta hostelera.